La musulmana obediente al mandato  de su Señor, acepta naturalmente Su voluntad y decreto, porque ése es uno de los  más grandes signos de la fe, obediencia, taqua y rectitud en una persona. Por  tanto, la musulmana guiada por las enseñanzas del Islam siempre aceptará todo lo  que suceda en su vida, sea bueno o malo, porque esta aceptación es benévola para  ella en todas  las situaciones, así como el Profeta         lo explicó:
"¡Cuán  asombrosa es la condición del musulmán! Sus condiciones son todas buenas. Si  experimenta tranquilidad, él está complacido, y eso es bueno para él. Si  experimenta privaciones, las enfrenta con paciencia y perseverancia, y eso  también es algo bueno para él".[1]
   La musulmana  está convencida de que cualquier cosa que le suceda en la vida no podría haber  sido evitada, y que cualquier cosa que no le haya sucedido no podría haber  pasado. Todas las cosas acontecen de acuerdo a la voluntad y decreto de Allah  , por ello, sus asuntos son todos buenos. Si algún bien le  acontece, ella expresa su alabanza a Allah 
                                                                     , el Magnificente Dispensador, y se convierte en una mujer agradecida,  obediente, y exitosa; si algo malo le acontece, ella lo enfrenta con paciencia y  entereza, por lo cual ella es una mujer paciente, redimida y  victoriosa.
     Con esta profunda fe, la  mujer musulmana enfrenta los trastornos y calamidades de la vida con un alma en  calma, que acepta la voluntad y el decreto de Allah . Ella  procura su ayuda con paciencia y oración, y espera, por otro lado, la  retribución de Allah 
. Expresa su alabanza a Allah 
                                                          por lo que Él ha decretado y dispuesto, tal como  lo hizo Al Jansâ' el  día en que escuchó las noticias sobre la muerte de sus cuatro hijos y dijo:  "Alabado sea Allah 
                     ,  Quien me ha honrado con el martirio. Me aferro a la esperanza de que Allah me  reunirá con ellos bajo Su misericordia".[2]
   La musulmana  va a los lugares donde habitualmente se reza, y procura la ayuda de Allah                   con la oración y la  paciencia, como Asmâ' Bint ‘Umais solía hacerlo, cuando la golpeaban  desastres y tragedias terribles, una tras otra. Ella perdió a su primer marido  Ya‘far Ibn Abî Tâlib 
 , luego fue golpeada por la muerte de su  segundo marido Abû Bakr As Siddîq 
 , y luego por el deceso  de su hijo Muhammad Ibn Abî Bakr 
 .
   Existen muchos  otros ejemplos en la historia de las musulmanas de profunda fe, mujeres que  confiaron en la recompensa de Allah y se enfrentaron a las dificultades con  paciencia y entereza. Por esa postura, Allah                                        las recompensará  ampliamente.
[Por cierto que la  retribución para quienes fueron pacientes y perseverantes será  ilimitada.]  (39:10)
[1]   Sahîh Muslim, 18/25, Kitâb az zuhd, bâb fi  ahâdîz  mutafarriqah.
[2] Al Isâbah, 8/ 66, 67.
 
 

 
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