miércoles, 6 de mayo de 2009

Ella reconoce sus condiciones y conoce sus deberes hacia ellos

Por su lectura del Corán, la musulmana comprende la elevada condición en la que Allah ha colocado a los padres, y ésta es una condición que la humanidad nunca conoció excepto en el Islam, pues ha colocado el respeto por los padres un escalón por debajo de la creencia en Allah y la verdadera adoración a Él. Muchas aleyas del Corán describen la complacencia de los padres como en segundo término, después de la complacencia a Allah , y confirma que el buen trato a los padres es la mejor de las buenas acciones después de tener fe en Allah .

[Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres...] (4:36)

Por tal razón, la musulmana que realmente comprende las enseñanzas de su religión es más afectuosa y más respetuosa hacia sus padres que ninguna otra mujer en el mundo. Esto no se detiene cuando abandona su hogar para casarse y tener su propia familia, y lleva su propia vida independiente y ocupada. Su respeto y cariño hacia sus padres siguen en curso, y permanecerá como una parte de su comportamiento hasta el fin de su vida, de acuerdo con la enseñanza coránica que ha prescrito el tratamiento amable hacia nuestros padres de por vida, especialmente cuando llegan a mayores y se vuelven incapacitados, y tienen mayor necesidad de palabras amables y de un buen cuidado:

[Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto. Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño.] (17:23-24)

La mujer musulmana cuyo corazón ha sido iluminado con la luz de la guía coránica, siempre está receptiva y sensible a esta instrucción divina, al leer la aleya que prescribe el buen trato a los padres. Por eso, su afecto y respeto hacia ellos se acrecienta, y siempre está más dispuesta a servirlos. Ella hace todo lo posible para complacerlos aunque tenga un esposo, una casa, hijos, y otras responsabilidades propias.

[Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres...] (4:36)

[Le he ordenado al hombre ser benevolente con sus padres...] (29:8)

[Le hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre le lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia...] (31:14)

Cualquiera que observe las fuentes islámicas en lo concerniente al tratamiento afectuoso de los padres, encontrará también una abundante cantidad de Ahâdîz que refuerzan el mensaje de las aleyas citadas anteriormente, y reiteran las virtudes de amabilidad y respeto hacia nuestros padres, así como también advierten contra la desobediencia y maltrato hacia ellos por cualquier motivo.

‘Abdullah Ibn Mas‘ûd dijo:

"Le pregunté al Profeta : '¿Cuál es el acto más amado por Allah ?'. Dijo: 'La oración ofrecida a tiempo'. Le pregunté: '¿Y luego cuál?'. Él contestó: 'El afecto y respeto hacia los padres'. Le pregunté nuevamente: '¿Y luego cuál?' Él contestó: 'El yihâd por la causa de Allah ".1

El Profeta , gran educador, colocó el afecto y respeto hacia los padres entre los dos actos más grandes en el Islam: la oración realizada a su debido tiempo y el yihâd por la causa de Allah . La oración es el pilar o fundamento de la fe, y el yihâd es el pináculo del Islam. ¡Qué gran condición otorgó a los padres el Profeta !

Un hombre se presentó ante el Profeta para hacer la bai‘ah y para comprometerse a emprender la hiyrah y el yihâd con la esperanza de recibir la recompensa de Allah . El Profeta no se apresuró en aceptar su bai‘ah, sino que le preguntó: "¿Alguno de tus padres está vivo?". El hombre respondió: "Sí, ambos". El Profeta le preguntó: "¿Y tú deseas recibir la recompensa de Allah ?”. El hombre replicó: "Así es". Entonces el bondadoso y compasivo Profeta le dijo: "Vuelve con tus padres y permanece en su compañía de la mejor manera posible".2

De acuerdo a un relato narrado por Al Bujâri y Muslim, un hombre se presentó y le pidió permiso al Profeta para participar en el yihâd. Él le preguntó: "¿Tus padres están vivos?". El hombre contestó: "Sí". Y el Profeta dijo: "Entonces efectúa el yihâd cuidando de ellos".3

En el medio de los preparativos de su ejército para el yihâd, el Profeta, nunca olvidó la debilidad de los padres y su necesidad de los hijos. Por eso, gentilmente desalentó a este voluntario y le recordó cuidar a sus padres, a pesar de que necesitaba todo el potencial humano disponible para la próxima expedición. Esto resultó así, porque comprendía la importancia del respeto y el tratamiento afectuoso a los padres, y por otra parte, conocía su posición en el conjunto de la estructura islámica que Allah había diseñado para el bienestar y la felicidad de la humanidad.

Cuando la madre de Sa‘d Ibn Abî Uaqqâs objetó a su hijo haber abrazado el Islam, ella le dijo: "Abandona el Islam, o me abstendré de comer hasta morir. Entonces sentirás vergüenza ante los árabes, pues ellos dirán que mataste a tu madre". Sa‘d le dijo: "Deberías saber, por Allah , que aunque tuvieras cien almas, y abandonaran tu cuerpo una por una, yo jamás abandonaría el Islam". Luego Allah reveló una aleya que el Profeta recitó a los musulmanes por la severidad de la réplica a su madre.

[Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis copartícipes no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto...] (31:15)

La historia del devoto adorador Yuraiy, contada por el Profeta , es una vívida ilustración de la importancia del respeto hacia nuestros padres y de estar prestos a obedecerlos. Cierto día, su madre lo llamó mientras estaba rezando, y mientras se preguntaba: "¿Mi Señor, mi madre o mi plegaria?". Él escogió continuar su plegaria (en vez de responder a su madre). Ella lo llamó por segunda vez, pero continuó orando y no le contestó. Luego lo llamó por tercera vez y no le respondió, ella se puso a rezar a Allah diciendo: "No lo dejes morir hasta que no haya visto el rostro de una prostituta". Había una prostituta en esa localidad que había fornicado con un pastor y se encontraba embarazada. Cuando se dio cuenta de que estaba encinta, el pastor le dijo: "Si te preguntan acerca del padre de la criatura, diles que es de Yuraiy, el devoto." Esto era lo que ella contaba a todos, por ese motivo, la gente fue y destruyó el lugar donde él acostumbraba orar. El gobernante lo llevó a la plaza pública, y en el camino, Yuraiy recordó la oración de su madre y sonrió. Cuando lo trajeron para ser castigado, pidió permiso para rezar dos raka‘ât, luego pidió que compareciera el niño y entonces le susurró a los oídos: "¿Quién es tu padre?". El niño contestó: "Mi padre es fulano, el pastor".4 La gente exclamó: "Lâ ilâha illa Allah" y "Allahu akbar" Y luego dijeron a Yuraiy: "¡Reconstruiremos tu lugar de oración con oro y plata". Él dijo: "No, solamente reconstruidlo tal como era, con ladrillos y argamasa." Con respecto a esta historia, recopilada por Al Bujâri, el Profeta dijo: "Si Yuraiy tuviese un conocimiento íntegro, habría sabido que responder a su madre era más importante que continuar su oración".5 Por lo tanto, los fuqahâ' sugirieron que si alguien está rezando una oración nafl, y alguno de sus padres lo llama, está obligado a detener su oración y responderles.

El deber de tratar a los padres con amabilidad y respeto se implantó en la conciencia de los musulmanes, por eso ellos se apresuran en tratar bien a sus padres durante su vida y después de su muerte. Existen numerosos relatos y Ahâdîz que señalan esto. Por ejemplo, el relato que describe cómo una mujer de Yuhainah fue hacia el Profeta y le dijo: "Mi madre hizo la promesa (nadhr) de efectuar el Hayy, pero no la pudo cumplir antes de morir. ¿Puedo realizar yo el Hayy en su nombre?". Él respondió: "Así es. Ve y realiza él Hayy en su nombre. Si supieras que tu madre tiene una deuda, ¿no la cancelarías por ella? Compensa lo que es debido a Allah , porque Allah tiene más derecho a ser compensado".6

De acuerdo a un relato brindado por Muslim, ella preguntó: "Ella debía un mes de ayuno ¿Puedo ayunar yo en su nombre?". El Profeta dijo: "Ayuna en su nombre". Ella dijo: "Ella nunca realizó el Hayy, así que ¿puedo realizar el Hayy en su nombre?". Y él contestó: "Realiza el Hayy en su nombre".7



1 (Al Bujâri y Muslim), Ver Sharh As Sunnah, 2/176, Kitâb as salâh, bâb fadl as salauât al jams.

2 (Al Bujâri y Muslim), Ver Riâd As Sâlihîn, 191, bâb birr al uâlidain.

3 Ver Riâd As Sâlihîn, 191, bâb birr al uâlidain.

4 Este niño era una criatura de tan sólo unos meses, y fue uno de los tres que hablaron desde la cuna. Los otros dos fueron ‘Îsa Ibn Mariam (Jesús hijo de María) y el niño que estaba junto a su madre entre la gente de Al Ujdûd (La fosa). (Autor)

5 Ver Fath Al Bâri', 3/78, Kitâb al ‘aml fi as salâh, bâb idhâ da‘at al umm ualadaha fi as salâh, y 5/136, Kitâb al madhâlim, bâb idhâ hadama hâ'itan fal iabni gairahu.

6 Ver Fath Al Bâri', 4/64, Kitâb yazâ' as said, bâb al hayy ua an nudhûr.

7 Sahîh Muslim, 8/25, Kitâb as siâm, bâb qadâ' as saum ‘an al maiit.

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