La mujer musulmana  ofrece cada una de las cinco oraciones diarias en su apropiado tiempo, y no  permite que sus quehaceres domésticos o sus deberes como esposa y madre le  impidan llevarlas a cabo. La oración es el pilar de la religión, quien  establezca la oración establece la fe también, y quien descuida la oración  destruye la fe.[1] La oración es el mejor y más noble de los actos, tal como  el Profeta                    lo explicó en el Hadîz narrado por ‘Abdullah Ibn Mas‘ûd  
:
“Pregunté al Mensajero de Allah: ‘¿Cuál es la acción más  amada por Allah               ?  Él contestó: Celebrar cada oración en su debido tiempo. Luego le pregunté: ¿Y  luego cuál? Él dijo: “Tratar a vuestros padres con misericordia y respeto.” Y  luego de ese acto ¿cuál? Él dijo: El yihâd (la lucha) por la causa de  Allah 
.”[2]
La oración es el vínculo entre el siervo y su Señor. Es la rica fuente de la cual una persona deriva su fuerza, constancia, misericordia y satisfacción; y es un medio para borrar las manchas de sus pecados. Abû Hurairah narró lo siguiente:
    
“Escuché  al Mensajero de Allah   decir: ‘¿Qué pensaríais si hubiera un río corriendo cerca de la puerta de  vuestros hogares, y os bañais  en  él cinco veces al día, habría algún rastro de suciedad en vosotros?' Y la gente  respondió: 'No, no habría ningún rastro de suciedad o impureza en nosotros. El  Profeta dijo entonces: Esto es como las cinco oraciones diarias, a través de las  cuales Allah 
  borra los pecados.”[3]  (Sharh  As Sunnah 2/175)
Yâbir    relató que el Mensajero de Allah 
  dijo:
“Las cinco oraciones diarias son como un río profundo que fluye por la puerta de vuestros hogares, y en el cual os bañáis cinco veces todos los días.”[4]
   La oración es una gracia que Allah   ha concedido a Sus siervos; ellos buscan su sombra cinco  veces al día y adoran a su Señor, glorificándolo, pidiendo por Su ayuda y  procurando Su misericordia, guía y perdón. Por lo tanto, la oración, se  convierte en un medio de purificación para quienes oran, sean éstos hombres o  mujeres, limpiándose de todos sus pecados.
                                                            
‘Uzmân  Ibn ‘Affân   relató:
  
“Oí  al Mensajero de Allah   decir: ‘No hay ningún musulmán,  que, cuando llegue el momento de la oración, no realice el udû'  (ablución) debidamente, concentrado en su oración, y se incline correctamente,  sin que su oración sea una expiación por los pecados cometidos previamente,  siempre que no haya cometido uno grave. Esta es la condición hasta el fin de los  tiempos.” [5]  (Sahîh  Muslim 3/112)
   Existen muchos Ahâdîz que  hablan de la importancia del salâh y las bendiciones que trae a  los hombres y mujeres que hacen la oración, y el precioso fruto de beneficios  que ellos y ellas cosecharán de tal modo, cada vez que estén frente a Allah    en una actitud de humildad y arrepentimiento.
[1]   Ver Ihiâ'  ‘Ulûm Ad  Dîn,  1/147.
[2]   Ver Sharh As Sunnah  del Imâm Al Bagaui, 2/176 (Kitâb as salâh, Bâb  fadl as salauât al jams); editado por Al  Maktab Al Islâmi.
[3]   Ver Kitâb as  salâh, Bâb fadl as salauât al  jams.
[4]  Ver Sahîh Muslim bi  Sharh An Nauaui, Kitâb al masâyid, bâb fadl as  salâh al maktûbah fi yamâ‘ah, 5/170, editado por la Oficina Central  de Investigación Académica, Iftâ' y Da‘uah de Arabia  Saudita.
[5] Kitâb at tahârah, Bâb fadl al udû' ua as salâh ‘aqibahu.
 
 

 
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