La musulmana  utiliza correctamente el hiyâb cuando sale fuera de su casa. El  hiyâb es una vestimenta islámica distintiva, cuyas características han  sido claramente definidas en el Corán y la Sunnah. Ella no sale fuera de  la casa, ni se presenta ante un hombre no mahram, usando perfume,  maquillaje u otros adornos, porque sabe que eso es harâm según el  Corán:
[Y diles a las creyentes que recaten sus miradas,  se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus arreglos y adornos más  que lo está a simple vista [como el rostro y las manos], cubran sus pechos con  sus velos, sólo muestren sus encantos [más allá del rostro y  las manos] a sus maridos, sus padres,  los padres de sus maridos, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos,  los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres, sus esclavas,  sus sirvientes que no tengan deseos sexuales, los niños que todavía no sienten  atracción por el sexo femenino, y [diles también] que no golpeen con los pies al  caminar para que no se escuche el sonido de sus ajorcas [y llamen la  atención de los  hombres]. Y pedid perdón a Allah por  vuestros pecados ¡Oh, creyente!, que así tendréis éxito [en esta vida y en la  otra].]  (24:31)[1]
   La musulmana, por consiguiente, no  es una de aquellas mujeres que se visten semidesnudas, tan abundantes en las  sociedades desviadas de la guía de Allah .  Ella, por el contrario, se estremece de miedo al imaginar el espantoso cuadro  que el Profeta 
  trazó de aquellas mujeres seductoras, pintadas y adornadas, que se han  descarriado:
"Existen dos tipos de gentes en el Infierno que no he visto: Gente con  látigos como si fueran el rabo de un buey, con los cuales azotan a otros  personas, y las mujeres que están vestidas, a pesar de que parecen desnudas, y  quienes están inclinadas hacia el mal y hacen que sus maridos se inclinen hacia  eso también. Sus cabezas son como las jorobas de los camellos, que se encorvan  hacia un lado. Ellas ciertamente no entrarán al Paraíso, ni siquiera sentirán su  fragancia, aunque su fragancia pueda ser percibida desde tal y cual  distancia."[2]
   La musulmana que ha sido fielmente  guiada por su fe y que recibió una sólida educación islámica no usa el  hiyâb sólo por una costumbre o una tradición heredada de su madre o  abuela, como algunos hombres y mujeres ignorantes tratan de describir sin ningún  tipo de evidencia o lógica. La mujer musulmana usa el hiyâb sobre las  bases de su creencia que es un mandato de Allah   revelado para proteger a las mujeres musulmanas, hacer de su carácter algo  distintivo, y para mantenerlas alejadas del resbaladizo declive de la  inmoralidad y el error. Por eso, ella lo acepta de buena voluntad y con una  sólida convicción, tal como las mujeres de los Muhâyirûn y los  Ansâr lo aceptaron, el día en que Allah reveló Su sabio y claro  mandato. Según un relato narrado por Al Bujâri, ‘Â'ishah 
    dijo:
   "Que Allah tenga misericordia de  las mujeres de los Muhâyirîn. Cuando Allah   reveló: [...cubran sus pechos con sus velos...]  (24:31), ellas rasgaron sus vestiduras y cubrieron sus cabezas y rostros con  ello)."
Según otro relato recopilado por Al Bujâri, ‘Â'ishah  dijo:
"Ellas tomaron sus vestidos y los rasgaron en los bordes, luego cubrieron  sus cabezas y rostros con ello."[3]
Safiiah  Bint Shaibah  dijo:
"Cuando  estábamos con ‘Â'ishah   mencionamos a las mujeres de Quraish y sus virtudes.  ‘Â'ishah 
  dijo: 'Las mujeres de Quraish son buenas, pero ¡por Allah! no he visto a  ninguna mejor ni más estricta en su adherencia al libro de Allah 
                          que las mujeres de los Ansâr. Cuando fue revelada Sûrah An  Nûr [...cubran sus pechos con sus velos...]  (24:31), los hombres de su tribu fueron hacia ellas y les recitaron las palabras  que Allah 
  había revelado. Cada hombre la recitó a su mujer, hija, hermana y otros  familiares de sexo femenino. Cada mujer de entre ellos se levantó, tomó sus  túnicas decoradas y las envolvió por la fe y creencia en lo que Allah  
 había revelado. Ellas luego aparecieron detrás del  Mensajero de Allah 
             ,  envueltas como si hubiera cuervos encima de sus cabezas."[4]
   Que Allah   tenga misericordia de las mujeres de los Muhâyirîn y los  Ansâr. ¡Cuán fuerte era su fe, y cuán sincero era su Islam! ¡Cuán  hermosa era su obediencia a la verdad cuando era revelada! Toda mujer que  verdaderamente crea en Allah 
  y en Su Mensajero, no puede sino seguir el ejemplo de estas virtuosas mujeres;  por ello, debe usar la vestimenta islámica distintiva, sin prestar atención a la  desnudez y a la exhibición licenciosa que la rodea. Recuerdo a una joven  estudiante universitaria que usaba el hiyâb, y cuya actitud no era menos  admirable que la de las mujeres de los Muhâyirîn y de los  Ansâr: Cuando un periodista que se encontraba visitando la  universidad de Damasco le preguntó si no era demasiado caluroso estar con el  hiyâb puesto en medio del extremo calor del verano, ella le respondió  citando la aleya [Diles  [¡Oh, Muhammad!]: El calor del fuego del Infierno es mucho más intenso  aún...]  (9:81)
Son jóvenes musulmanas como éstas las que construirán hogares y familias, y elevarán una generación virtuosa que contribuirá a la sociedad con elementos constructivos y nobles. Hoy en día existen muchas de esta jóvenes, Al Hamdulillah (Alabado sea Allah).
    Una vestimenta adecuada para  las mujeres no fue algo nuevo introducido por el Islam, existió en todos las  Leyes de Allah  reveladas antes del Islam. Los vestigios de esas leyes  pueden ser revisados en los libros alterados (es decir La Biblia). También lo  apreciamos en la modesta vestimenta de las monjas cristianas que viven en el  mundo islámico, así como en Occidente, y en el hecho de que las mujeres de la  Gente del Libro cubren sus cabezas al entrar a sus iglesias. El rechazo moderno  a la idea de las mujeres cubiertas y modestas va en contra de todas las leyes  divinas, desde los tiempos de Abraham, Moisés, y Jesús 
                                                                                                  ,  hasta llegar al camino hanîf traído por el Islam. Esta postura, es un  intento de escapar al decreto enviado por Allah 
  para toda la humanidad a través de los siglos, traído de tiempo en tiempo por  Sus Mensajeros para guiar a la humanidad hacia la Verdad y la justicia, y para  que se conviertan en una sola nación, adorando y obedeciendo a un sólo  Señor:
[Los hombres constituían  una sola nación [monoteísta], pero luego discreparon y se dividieron. Si no  fuera por el designio de tu Señor ya habrían sido juzgados.]  (10:19)
[¡Oh, Mensajeros! Comed  de las cosas buenas y obrad con rectitud que Yo bien sé lo que hacéis.  Ciertamente la religión de todos vosotros es una sola, y Yo soy vuestro Señor;  obedecedme, pues.]  (23:51-52)
[Y cuando infundimos Nuestro espíritu [a través del  Ángel Gabriel] en María, que fue virgen, e hicimos de ella y su hijo un signo  [del poder divino] para la humanidad. Por cierto que todos  vosotros transmitís un mismo Mensaje [¡Oh, Profetas!], y Yo soy vuestro Señor  ¡Adoradme sólo a Mí!]  (21:91-92)
   La determinación de que las  mujeres deben estar descubiertas, llevando vidas despojadas e inmorales, en  varias de las sociedades liberales, es una señal de cuán lejos se han desviado  de la guía de Allah ,  no solamente en las tierras de los musulmanes sino en todos los países del  mundo. Los incrédulos, puede que no se preocupen por esto, y hasta puede que  vayan a la delantera e inventen mayores medios de inmoralidad, sin encontrar  nada disuasivo en sus corrompidos libros. Pero los musulmanes que alaban a Allah  
,  recitando día y noche Su libro perfectamente preservado, jamás aceptarán tal  desviación, no importa cuán negligentes y débiles sean en su práctica del Islam,  pues constantemente escuchan las palabras concluyentes del Corán y la  Sunnah advirtiendo a quienes desobedezcan a Allah y a Su Mensajero de la  prueba en esta vida y del severo castigo que les sobrevendrá el Día del  Juicio.
[Que aquellos que  desobedezcan las órdenes del Mensajero de Allah [y rechacen su Mensaje] estén  precavidos, no sea que les sobrevenga una desgracia o les azote un severo  castigo.]  (24:63)
   En consecuencia, aquellos hombres  y mujeres que hayan ido a vivir a Occidente, e insten a las mujeres a  descubrirse y a despojarse del hiyâb fracasarán rotundamente, frente a la  determinación de los hombres y mujeres del renacimiento islámico que está  tomando lugar a lo largo del mundo. Las musulmanas correctamente guiadas y  educadas han regresado a su vestimenta islámica distintiva, el correcto y  decente hiyâb, en muchos países islámicos que anteriormente habían sido  testigos del llamado a la imitación ciega de occidente y a la abolición del  hiyâb. Por ejemplo, los seguidores de Atâtûrk en Turquía,  Rida Pahlevi en Irán, Muhammad Amân en Afganistán, Ahmed  Zûgû y Anuar Jûya en Albania, Marqus Fahmi,  Qâsim Amîn y Huda Sha‘râui en Egipto. Algunos de los que  apoyaron la "liberación" de las mujeres del hiyâb y la modestia, hoy en  día, han renunciado a sus opiniones del pasado, acerca de la exposición de las  mujeres y el intercambio libre entre mujeres y hombres.
La doctora Nauuâl As Sa‘dâui, quien durante largo tiempo atacó el hiyâb y a quienes lo usaban, invitaba a las mujeres a quitarse el hiyâb. No obstante, ahora condena la desnudez vulgar y escandalosa de las mujeres en la sociedad liberal y materialista. Ella comentó en una entrevista lo siguiente:
"En las calles de Londres, vi a mujeres prácticamente desnudas, mostrando sus cuerpos como mercancías. El atuendo tiene una función específica, que es la de proteger el cuerpo del ambiente natural, no transmitiendo mensajes de tentación. Si una mujer se ve a sí misma como un ser humano y no como una mercancía, no necesita mostrar su desnudez."[5]
   Para la Dra.  Nauuâl As Sa‘dâui resultó algo claro, después de un tiempo, que el velo  debe ser removido de la mente y no del cuerpo, especialmente en el caso de  aquellos hombres y mujeres educados. Muchas mujeres usan el hiyâb y son  de menor educación, pero tienen una inteligencia y una amplitud de criterio que  las hace más dignas que decenas de esas imprudentes mujeres educadas que hacen  una exhibición licenciosa de sí mismas, descubriendo sus rostros, cabezas y  cuerpos, mientras colocan un velo en sus mentes e instintos. Esta es la razón  por la cual ella describe sus futuros planes para "levantar el velo de las  mentes de las personas educadas".[6] La doctora, también añade lo siguiente: "Conozco a muchas profesoras,  doctoras e ingenieros, que son incultas desde el punto de vista político, social  y cultural."[7]
   Por otra parte, el  famoso novelista Ihsân ‘Abd Al Quddûs, quien inundó el mercado literario  con sus historias en donde se instaba a las mujeres a salir de su casa y a  juntarse con los hombres para bailar en las fiestas y en los night-clubes, dijo  en una entrevista a un periódico kuwaití (Al Anbâ' 18 de enero de  1989):
   "Yo pienso que la  responsabilidad básica de cualquier mujer es su casa y sus niños. Esto se  aplica, por encima de todo, a mí. Si no fuera por mi esposa, no hubiera sido  capaz de disfrutar del éxito, estabilidad y vida familiar, ya que fue ella quien  se dedicó a la casa y a los niños."
    En la misma  entrevista, dijo también: "En toda mi vida, jamás concebí casarme con una mujer  que trabaje, y soy muy agradecido por eso, porque sé desde un principio que la  casa es una pesada carga o responsabilidad para las  mujeres."
[1]  Yuiûbihinna, abarca la cara y el  cuello, así como también el pecho. (Traductor)
[2]  Sahîh Muslim,  14/109, Kitâb al libâs ua az zînah, bâb an nisâ' al kâsiât al  ‘âriât.
[3]  Fath Al Bâri', 8/489, Kitâb at  tafsîr, bâb ua liadribna bi jumurihinna ‘ala  yuiûbihinna.
[4]  Ver Fath Al Bâri', Sharh  Sahîh Al Bujâri,  8/489, 490, Kitâb al tafsîr, bâb ua liadribna bi jumurihinna ‘ala  yuiûbihinna.
[5]  Revista Al Muytama‘, Kuwait,  edición nº 932.
[6]   Revista Al Muytama‘,  Kuwait, edición nº. 931.
[7] Idem.
 
 

 
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