Cuida su mente buscando el  conocimiento
  La musulmana sensible cuida  su mente así como cuida su cuerpo, ya que lo anterior no es menos importante que  lo último. Hace tiempo, el poeta Zuhair Ibn Abî Salma dijo:
"La lengua de un hombre  es la mitad de él, y la otra mitad es su corazón. Lo que queda, es nada más que  la imagen de la carne y de la sangre" [1]
Esto significa que una persona está esencialmente compuesta de su corazón y de su habla. En otras palabras, lo que piensa y lo que dice. Por ello la importancia de prestar cuidado a nuestra mente y suministrarle toda clase de conocimientos provechosos.
La mujer musulmana, es responsable tanto como lo es el hombre, por eso se le exige buscar el conocimiento, sea éste "religioso" o "secular", que será de beneficio para ella. Cuando recita la aleya [...y di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento.] (20:114) y escucha el Hadîz: "Buscar conocimiento es un deber de todo musulmán"[2], ella sabe que las enseñanzas del Corán y la Sunnah están dirigidas a los hombres y a las mujeres por igual, y que también está obligada a buscar los tipos de conocimiento determinados como obligatorios para los individuos y las comunidades (fard ‘ain y fard kifâiah). El buscar con afán dichos conocimientos es algo conocido por la sociedad musulmana desde el tiempo en que se hizo obligatorio.
   La musulmana  comprende el elevado valor al que ha sido elevada en cuanto a conocimiento desde  los primeros días del Islam. Cierta vez las mujeres de los Ansâr le pidieron al Profeta :  "Designa un día especial para nosotras para poder aprender de ti, pues los  hombres han tomado todo tu tiempo y no nos han dejado nada para nosotras". Él  les dijo: "Vuestro tiempo estará en la casa de... (y mencionó a una mujer)". De  esa forma, él fue a reunirse con ellas a aquel lugar y les enseñó.[3]
   Las musulmanas tenían un vívido deseo  de conocimiento, y nunca se sintieron demasiado tímidas  como para no  hacerle preguntas acerca de las enseñanzas (ahkâm) del Islam  [Allah no se avergüenza de la verdad...] (33:53). Muchos de los relatos ilustran la confianza y  madurez con la cual las primeras musulmanas planteaban sus preguntas al Profeta  , gran maestro, buscando comprender su religión más  cabalmente.
‘Â'ishah  relató que Asmâ' Bint Iazîd Ibn As Sakan  Al Ansâriiah preguntó al Profeta 
 acerca de efectuar el  gusl después de  un período menstrual. Él dijo: "Quien haya finalizado su período que tome agua y  se purifique adecuadamente, luego que viertan agua sobre la zona afectada y  coloque una pieza de tela que haya sido perfumada con almizcle ". Asmâ' 
 preguntó: "¿Cómo debe  purificarse?” "El Profeta dijo: "¡Subhân Allah! Lavándose" ‘Â'ishah 
 le dijo en secreto: "Limpia los  rastros de sangre".
Asmâ' también le preguntó acerca de cómo se debe efectuar el gusl cuando uno  está en estado de yanâbah (estado de impureza después de haber tenido una  relación sexual u otro orgasmo voluntario o involuntario). Él dijo: "Debes  tomar agua y purificarte adecuadamente, bañándote por completo. Primero vierte  agua sobre tu cabeza y frótala para que llegue a las raíces del cabello, y  finalmente vierte agua por todo tu cuerpo".[4] ‘Â'ishah  dijo: "¡Cuán buenas son las mujeres  de los Ansâr! La timidez  no les impidió entender su religión correctamente".[5]
Umm Sulaim Bint Milhân, la madre de Anas Ibn Mâlik,  vino donde estaba el Profeta  y le dijo: “¡Oh, Mensajero de  Allah! No es vergonzoso decir la verdad. Dime: ¿Tiene que realizar el gusl una mujer que  haya tenido una polución nocturna?" El Mensajero de Allah 
  contestó: "Sí, si ve flujo". Umm Salamah cubrió su  rostro con timidez y dijo: "¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Podría tener tal sueño una  mujer?". Dijo él: "Sí. De otro modo, cómo podría parecerse su niño a ella."[6]
Muslim narra que Umm Sulaim fue donde  estaba el Profeta cuando ‘Â'ishah  estaba con él. Y cuando Umm Sulaim le hizo esta pregunta, ‘Â'ishah dijo: "¡Oh, Umm Sulaim! Tú has  expuesto un secreto de las mujeres. El Profeta 
 dijo a  ‘Â'ishah: "No es así. ¡Oh, Umm Sulaim! Que la mujer efectúe el gusl si experimentó  tal sueño".[7]
   Las mujeres de esa generación única,  jamás vacilaron en esforzarse por comprender su religión. Realizaban preguntas  directamente al Profeta  sobre cualquier cosa que les  sucedía. Si dudaban de la opinión de una persona (fatua), o no  estaban convencidas de ello, averiguaban más allá hasta asegurarse de comprender  el asunto correctamente. Ésta es la actitud de la mujer prudente e inteligente.  Esta fue la actitud de Subai‘ah Bint Al Hâriz Al  Aslamiiah, la esposa de Sa‘d Ibn Jaulah, quien era de Banû ‘Âmir Ibn  Lu'ai y había estado presente en la batalla de Badr. Él falleció durante la peregrinación de despedida  mientras ella estaba embarazada, y dio a luz poco tiempo después de su muerte.  Cuando su nifâs  (posparto) terminó, se preparó para recibir alguna propuesta de casamiento. Abû As Sanâbil Ibn Ba‘kak (un hombre de Banû ‘Abd Ad Dâr) fue hacia ella y le dijo: "¿Por qué  te veo prepararte   para recibir ofertas de casamiento? ¡Por Allah! Tú no puedes casarte  hasta que no hayan pasado cuatro meses  y diez días". Más tarde, Subai‘ah narró: "Cuando me dijo esto, me vestí y fui a  ver al Mensajero de Allah 
 por la noche. Le pregunté sobre  el asunto, y me dijo que mi ‘iddah había finalizado cuando di a luz a mi niño, y  que podía casarme si así lo deseaba".[8]
Los esfuerzos de Subai‘ah para comprender la decisión de la Sharî‘ah, precisamente representan una bendición y  un beneficio no sólo para la propia Subai‘ah, sino  para todas las mujeres musulmanas hasta el Día del Juicio Final. Su Hadîz fue aceptado  por la mayoría de los primeros y últimos eruditos, y los cuatro A'immah, quienes dijeron que la ‘iddah de una mujer  viuda, si está embarazada, finaliza al dar a luz, aunque de a luz poco después  de la muerte de su marido, inclusive cuando su cuerpo no ha sido lavado y  preparado para el entierro aún. A esta mujer le está permitido volverse a  casar.[9]
¡Qué gran servicio prestó Subai‘ah a los sabios de la comunidad musulmana, al buscar comprender de manera precisa las resoluciones de la Sharî‘ah y alcanzar un nivel de certeza sobre este asunto!
   El Islam ha  hecho de la búsqueda del conocimiento algo obligatorio tanto en las mujeres como  en los hombres, tal como el Profeta  lo dijo: "Buscar el  conocimiento es un deber de todo musulmán."[10] En otras palabras, es un deber de toda persona, sea hombre  o mujer, que pronuncie las palabras de la shahâdah. Por eso no  constituye una sorpresa ver a mujeres musulmanas sedientas de sabiduría,  dedicadas a su búsqueda. Las musulmanas de todos los tiempos y lugares  comprendieron la importancia de procurar conocimientos beneficiosos, y los  efectos positivos que esto tiene en su propio carácter, sus hijos, sus familias  y sus sociedades. Por tal razón, buscaban con entusiasmo el conocimiento,  esperando aprender todo lo que las beneficiara en este mundo y en el  próximo.
Lo que una musulmana necesita  saber
Lo primero que una musulmana necesita saber es la lectura correcta del Corán (con tayuîd), y su significado. Luego debe aprender algo sobre Hadîz, Sîrah del Profeta, e historia de las mujeres de los Sahâbah y los Tâbi‘în, figuras prominentes del Islam. Además debe adquirir tanto conocimiento de Fiqh como necesite para asegurarse de que su adoración y sus relaciones diarias sean correctas, y también debe tener un dominio sólido de los principios básicos de su religión.
Después debe dirigir su  atención a su especialidad primordial en la vida: el cuidado apropiado de su  casa, marido, familia e hijos, porque ella es la única que fue creada  especialmente por Allah  para ser madre y para dar  tranquilidad y felicidad al hogar. Ella es la única a quien el Islam ha  concedido la inmensa responsabilidad de educar hijos inteligentes y valientes.  De allí que existan numerosos proverbios y dichos actualmente que reflejan la  influencia de la mujer en el éxito de la vida laboral de su marido e hijos,  tales como: "Busca una verdadera mujer" "Detrás de un gran hombre hay una gran  mujer", y "Quien mece la cuna con su mano derecha, sacude al mundo con su mano  izquierda," etc. Ninguna mujer puede hacer todo esto, a menos que sea de mente  receptiva e inteligente, de fuerte personalidad y pura de corazón. Por eso, ella  está en mayor necesidad de educación, corrección y guía para desarrollar su  personalidad islámica distintiva.
    Es algo  imprudente para la educación de las mujeres ser meticuloso, lo mismo que para  con los hombres. Existen algunas materias que interesan solamente a las mujeres,  y que los hombres no pueden abordar; y existen otras materias que interesan  solamente a los hombres, y que las mujeres no pueden abordar. Hay cosas para las  cuales fueron creadas las mujeres, y otras para las cuales fueron creados los  hombres, y cada persona debe llevar a cabo la actividad por la cual ella fue  creada, tal como lo enseñó el Profeta . Cuando la mujer  musulmana procura aprender y especializarse en algún campo del conocimiento,  debe tener en cuenta la enseñanza islámica en lo referente a su constitución  intelectual, psicológica y social, para prepararse a sí misma y cumplir el  propósito básico por el cual fue creada. Y de esa manera se transforma en un  miembro productivo y constructivo de su familia, sociedad y Ummah, sin ser una  imitación de los hombres, o compitiendo con ellos en el trabajo, o asumiendo una  posición entre los hombres, como vemos en las sociedades que no diferencian  entre los varones y las mujeres en su currículum educacional y en sus derechos  laborales.
   Cualquiera  que sea la especialidad académica de la mujer, tratará de entenderla  concienzudamente y hacer su trabajo perfectamente, de acuerdo a la siguiente  enseñanza del Profeta :
"Allah  quiere para vosotros que cuando hagáis algo, lo hagáis  bien".[11]
Los logros de las mujeres  musulmanas en el campo del conocimiento
Los portales del conocimiento están abiertos para la mujer musulmana, y pueden entrar por cualquiera de los que escojan, mientras no vaya en contra de su naturaleza femenina, sino que desarrolle su mente e incremente su crecimiento emocional y su madurez. Encontramos que la historia está repleta de prominentes ejemplos de mujeres admirables, quienes procuraron el conocimiento y llegaron a ser altamente expertas.
     Entre las principales  estaba la Madre de los Creyentes ‘Â'ishah , quien fue la fuente primaria del Hadîz y del  conocimiento de la Sunnah, y fue también la primera faqîhah en el  Islam, cuando todavía era una mujer joven, de no más de diecinueve años de  edad.
    El Imâm  Az Zuhri dijo: "Si  los conocimientos de ‘Â'ishah fueran reunidos y comparados con los conocimientos de  todas las otras esposas del Profeta  y todas las otras  mujeres, los conocimientos de ‘Â'ishah ciertamente serían mayores."[12]
Cuán frecuentemente los más grandes Sahâbah volvían a ella para saber la palabra final en cuestiones fundamentales del Islam y para saber los significados precisos del Corán.
   Su sabiduría y profundo entendimiento  no se restringían solamente a cuestiones religiosas. Ella se distinguió por  igual en poesía, literatura, historia y medicina, y otras ramas del conocimiento  conocidas en su tiempo. El faqîh de los musulmanes, ‘Uruah  Ibn Az Zubair, fue  citado por su hijo Hishâm diciendo: "No he visto a nadie más conocedor  en el campo del fiqh, de la medicina y de la poesía que ‘Â'ishah".[13]
El Imâm Muslim narró que ella  escuchó a su sobrino Al Qâsim Ibn Muhammad Ibn Abî  Bakr  cometer un error gramatical, cuando él y su  primo (paterno) estaban hablando frente a ella. Entonces ella le discutió por  ese error. El Imâm Muslim comentó sobre este  incidente lo siguiente: "Ibn ‘Atîq dijo: 'Al Qâsim y yo estábamos hablando enfrente de ‘Â'ishah 
, y Al  Qâsim era uno de los que cometían errores gramaticales con frecuencia, ya  que su madre no era árabe. ‘Â'ishah le dijo: ‘¿Por qué no hablas como este hijo de mi hermano?  Yo sé de donde proviene el problema: él fue criado por su madre, y tú fuiste  criado por tu madre...’".[14]
    Entre los relatos que figuran en  los libros de literatura que hablan del vasto conocimiento de ‘Â'ishah está aquel que narra que 'Âishah  Bint Talhah estaba presente en el círculo de Hishâm Ibn ‘Ab Al Mâlik,  junto a los Mashâij de  Banû Umaiiah. En esa ocasión, ellos no mencionaron  ningún punto de la historia árabe, guerras o poesía, en el cual ella no  contribuyera en la discusión, y ninguna estrella apareció en el debate sin que  ella no la nombrara. Hishâm le dijo: "En cuanto a lo primero (es decir su  conocimiento de historia, etc.) no encontré nada de extraordinario, pero ¿de  dónde obtuviste sabiduría sobre las estrellas?". Ella respondió: "Lo aprendí de  mi tía materna ‘Â'ishah".[15]
‘Â'ishah  tenía una mente curiosa, y siempre  estaba ansiosa de aprender. Cuando escuchaba algo que desconocía preguntaba  hasta comprenderlo. Su proximidad al Mensajero de Allah 
  significaba que ella era como una vasija repleta de conocimientos.
El Imâm Al Bujâri relató de Abû Mulaikah que ‘Â'ishah, la esposa del Profeta , siempre que  oía algo que desconocía lo investigaba hasta saberlo. El Profeta 
 dijo: "Quien rinda cuenta será castigado." ‘Â'ishah dijo: "¿Acaso Allah 
 no dijo:  [Será juzgado clementemente.] (84:8)" Él contestó: "Eso se refiere al ‘ard (cuando todos sean traídos ante la presencia de  Allah 
 el Día del juicio); pero quien sea examinado en  detalle será condenado".[16]
   Además de su gran conocimiento,  ‘Â'ishah , era también muy elocuente en su  discurso. Cuando hablaba capturaba la atención de la audiencia, conmoviéndolos  profundamente. Esto fue lo que dijo Al Ahnaf Ibn  Qais en referencia a lo anterior:
"Escuché los sermones de Abû  Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân, ‘Ali y los julafâ' que vinieron después de ellos, pero nunca  escuché ningún sermón más elocuente y hermoso que el de ‘Â'ishah".
Mûsa Ibn Talhah dijo: "Yo nunca vi a nadie más elocuente y puro en el  discurso que ‘Â'ishah".[17]
Otra de estas brillantes mujeres que alcanzó un elevado nivel de sabiduría fue la hija de Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, el erudito de su época que rehusó casar a su hija con el jalîfah ‘Abd Al Mâlik Ibn Maruân, y la casó con uno de sus estudiantes más virtuosos: ‘Abdullah Ibn Uadâ‘ah. ‘Abdullah contrajo matrimonio con esta jovencita, una de las más hermosas mujeres y de mayor sabiduría en cuanto al Corán, la Sunnah y los derechos y obligaciones del matrimonio. Cierta mañana, ‘Abdullah se levantó y, mientras estaba preparándose para salir, su esposa le preguntó: "¿Dónde vas?". Él respondió: "A la clase de tu padre Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, para poder aprender". Ella dijo entonces: "Siéntate, yo te enseñaré lo que Sa‘îd conoce". Durante un mes ‘Abdullah no asistió a la clase, pues los conocimientos que esta bella jovencita había aprendido de su padre (y le estaba transmitiendo a su esposo) eran suficientes.
Otra de estas notables eruditas fue Fâtimah, la hija del autor de Tuhfah Al Fuqahâ': ‘Alâ' Ad Dîn As Samarqandi (fallecido en el 539 H). Ella fue una faqîhah y una erudita por derecho propio. Había aprendido fiqh de su padre, y memorizó su libro At Tuhfah. Su padre la casó con un estudiante suyo llamado ‘Alâ' Ad Dîn Al Kâsâni, altamente distinguido en los campos de Al usûl y Al furû‘. Además, escribió un comentario sobre Tuhfah Al Fuqahâ' titulado Badâ'i‘ As Sanâ'i‘ y se lo mostró a su shaij, quien quedo encantado con el mismo y lo aceptó como mahr (dote) para su hija, a pesar que él había rehusado otros ofrecimientos de matrimonio para su hija de algunos reyes bizantinos. Los fuqahâ' de su época dijeron: "Él hizo un comentario de su Tuhfah y se casó con su hija". Antes de su casamiento, Fâtimah acostumbraba a dictar fatâua con su padre, y fueron escritas con su letra y la de su padre. Después de casarse con el autor de Al Badâ'i‘, las fatâua aparecieron escritas con la letra de ella, la de su padre y la de su esposo. Su esposo cometía errores, pero ella estaba allí para corregirlos.[18]
   ‘Â'ishah, las otras esposas del Profeta , la  hija de Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, Fâtimah As Samarqandi, y  otras famosas eruditas, no constituyeron algo único en su género o extraño entre  las mujeres musulmanas. Existían innumerables mujeres cultas que estudiaban cada  rama del conocimiento, y llegaron a destacar en diversas esferas. Ibn Sa‘d dedicó un capítulo de At Tabaqât para  referirse a los Ahâdîz transmitidos por  mujeres, en los cuales menciona más de 700 mujeres que relataron Ahâdîz del Profeta 
, o de narradores  fidedignos de entre los Sahâbah. De esas mujeres, a  su vez, muchos prominentes eruditos y A'immah  también narraron Ahâdîz.
Al Hâfidh Ibn ‘Asâkir (fallecido 571 H.), uno de los narradores más fiables de Ahâdîz, tan acreditado que fue conocido como Hâfidh Al Ummah, contó ochenta y tantas mujeres entre sus Shuiûj y profesoras.[19] Si tenemos en cuenta que este sabio nunca abandonó la parte oriental del mundo islámico, y nunca visitó Egipto, el Norte de África o Andalucía - lugares que estaban aún más atestados de mujeres sabias - comprobaremos que el número de mujeres cultas a las cuales jamás encontró era aún mayor que aquellas de quienes recibió conocimiento.
Una de las frases más utilizadas por los eruditos en sus libros de Ahâdîz es: "Ash shaijah al musnidah as sâlihah tal y tal, hija de fulano, me dijo lo siguiente..." Entre los nombres mencionados por el Imâm Al Bujâri están los de: Sitt Al Uzarâ', Uazîrah Bint Muhammad Ibn ‘Umar Ibn As‘ad Ibn Al Munayya At Tunûjiiah y Karîmah Bint Ahmad Al Maruaziiah. Ellas fueron mencionadas por Ibn Hayar Al ‘Asqalâni en la introducción de su obra Fath Al Bâri'.[20]
La posición de estas grandes mujeres está realzada por el hecho de que eran sinceras y confiables más allá de cualquier insinuación de sospecha o duda; un estatus que muchos hombres no pudieron alcanzar. Esto fue resaltado por el Imâm Al Hâfidh Adh Dhahabi en su obra Mîzân Al I‘tidâl, donde manifiesta que encontró alrededor de 4.000 hombres cuyos relatos son dudosos, luego continúa esa observación con el comentario: "Yo nunca conocí alguna mujer que fuera acusada de ser indigna de confianza o cuyo Hadîz fuera rechazado."[21]
   La mujer  musulmana de hoy, observando la magnífica herencia de las mujeres en la historia  islámica, se siente embargada con el deseo de conocimiento, como estas mujeres  prominentes que solamente llegaron a ser famosas y renombradas a lo largo de la  historia por la virtud de su sabiduría. Sus mentes pudieron desarrollarse, y sus  modales pudieron crecer en sabiduría, madurez y discernimiento, únicamente a  través de la adquisición del conocimiento útil, benéfico y correcto.
No es supersticiosa
    La  musulmana bien informada e inteligente evita todas las supersticiones necias y  los mitos sin sentido tendientes a llenar las mentes de las mujeres ignorantes e  incultas. La mujer musulmana que entiende las enseñanzas de su religión cree que  consultar y aceptar las palabras de los adivinos, agoreros, magos y otros  dispensadores de superstición y mitos, es uno de los mayores pecados que anulan  las buenas acciones de la creyente. Y además, está convencida de que ello  marcará su destino en la vida futura. Muslim relató  de algunas de las esposas del Profeta  que él dijo lo  siguiente:
"Quien vaya a un adivino  y le consulte, sus oraciones no serán aceptadas durante cuarenta días".[22]
Abû Dâûd relató el Hadîz de Abû Hurairah en el  cual el Profeta  dijo:
"Quien vaya a un adivino  y crea lo que le diga habrá descreído lo que fue revelado a Muhammad".[23]
Nunca deja de leer y estudiar
La musulmana no deja que sus deberes domésticos y sus responsabilidades como madre le impidan leer holgadamente, porque comprende que la lectura es la fuente que le suministrará el nutriente y conocimiento necesario para que su mente florezca y crezca.
    La  musulmana comprende que la búsqueda de conocimientos es un deber exigido por su  Fe para que no cese de nutrir su mente con sabiduría, no importa cuán ocupada  esté con el trabajo casero o el cuidado de sus hijos. Ella puede tomar los ratos  libres del día para sentarse a leer un buen libro o una revista informativa y  útil, para así poder ampliar sus horizontes con algún conocimiento académico,  social o literario y de ese modo acrecentar sus capacidades intelectuales.
[1]   Ver Yumhrah  Ash‘âr al ‘arab, 1/300, editado por Dâr Al Qalam, 1406 H.
[2]   Hadîz  hasan narrado por Ibn Mâyah, 1/81, en Al Muqaddimah, bâb fadl al ‘ulamâ' ua al hazz ‘ala talab al ‘ilm.
[3]   Fath Al  Bâri', 1/195, Kitâb al ‘ilm, bâb hal iuy‘al li an nisâ' iaum ‘ala hidah fi al  ‘ilm.
[4]   Fath Al  Bâri', 1/414, Kitâb al haid, bâb dalk al mar'ah  nafsaha idha tatahharat min al mahîd; Sahîh Muslim, 4/15, 16, Kitâb al haid, bâb istihbâb isti‘mâl al mugtasilah min al haid al misk.
[5]   Ver Fath Al  Bâri', 1/228, Kitâb al ‘ilm, bâb al haiâ' fi al ‘ilm; Sahîh Muslim, 4/16, Kitâb al haid, bâb gusl al mustahâdah  ua salâtuha.
[6]   Fath Al  Bâri', 1/228, Kitâb al ‘ilm, bâb al haiâ' fi al ‘ilm; Sahîh Muslim,  3/223,224, Kitâb al  haid, bâb uyûb al gusl ‘ala al mar'ah bi jurûy al  mani minha.
[7]   Sahîh Muslim, 3/220, Kitâb al haid, bâb uyûb al gusl ‘ala al mar'ah bi jurûy al mani  minha.
[8]   Ver Fath Al  Bâri', 7/310, Kitâb al magâzi, bâb istiftâ'  Subai‘ah Bint Al Hâriz Al Aslamiiah; Sahîh Muslim, 10/110, Kitâb at talâq, bâb inqidâ' ‘iddah  al mutauaffa ‘anha zauyuha ua gairuha.
[9]   Ver Sharh An Nauaui li Sahîh  Muslim, 10/109,  Kitâb at talâq, bâb inqidâ' ‘iddah al mutauaffa ‘anha zauyuha bi uad‘ al  haml.
[10]   Hadîz  hasan narrado por Ibn Mâyah, 1/81, en Al Muqaddimah, bâb fadl al ‘ulamâ' ua al hazz ‘ala talab al ‘ilm.
[11]   Hadîz  hasan relatado por Al Baihaqi en Shu‘ab  al îmân, 4/334, de  ‘Â'ishah  .
[12]   Al  Istî‘âb, 4/1883; Al Isâbah, 8/140.
[13]   Târîj At Tabari: Hauâdiz sanah 58; As Samt Az Zamîn, 82, Al Istî‘âb,  4/1885.
[14]   Sahîh Muslim, 5/47, Kitâb al masâyid, bâb  karâhah as salâh bi hadrah at ta‘âm.
[15]   Al Agâni, 10/57.
[16]   Fath Al  Bâri', 1/196, Kitâb al ‘ilm, bâb man sami‘a shai'an fa râya‘a hatta ia‘rifahu.
[17]   Relatado por At Tirmidhi, 5/364, en Kitâb al manâqib, bâb  min fadl ‘Â'ishah;  él dijo que es hasan  sahîh garîb.
[18]   Tuhfah Al  Fuqahâ', 1/12.
[19]   Tabaqât Ash Shâfi‘iiah,  4/273.
[20]   Fath Al  Bâri', 1/7.
[21]    Mîzân Al I‘tidâl, 3/ 395.
[22]  Ver Sahîh Muslim 14/227, Kitâb as salâm, bâb  tahrîm al kahânah ua îtiân al kuhhân.
[23] Hadîz hasan narrado por Abû Dâûd, 4/21, en Kitâb at tibb, bâb fi al kâhin.
 
 

 
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