La  musulmana, que comprende su religión lee la Aleya :                                                                                                                               
[Los  creyentes y las creyentes son aliados unos de otros, ordenan el bien y prohíben  el mal, cumplen con la oración prescrita, pagan el Zakâh, y  obedecen a Allah y a Su Mensajero. Allah tendrá misericordia con ellos; y Él es  Allah, Poderoso, Sabio.] (Qur’ân 9:  71)
Allâh   la  reveló quince siglos atrás. La musulmana se encuentra a sí misma en el nivel más  elevado de posición intelectual y social, que ninguna mujer de cualquier nación  o raza haya conocido jamás. El Islâm manifestó que las mujeres son plenamente  humanas, y legalmente competentes e independientes. No existe diferencia alguna  entre las mujeres y los hombres, cuando la equidad  llega, hasta en la posesión de  propiedades, compra y venta, o el arreglo de un matrimonio. Ésta jamás había  sido la situación o condición prevaleciente en ninguna nación o pueblo donde las  mujeres eran vistas como posesiones de los hombres, bajo su tutelaje y gobierno.  Por otra parte la âiâh, [ Los  creyentes y las creyentes son aliados unos de otros…]  Elevó a las mujeres al nivel de lealtad y amistad con los hombres, y las hizo  compañeras en el trabajo de ordenar lo que es bueno y prohibir lo malo. Así, las  mujeres, son responsables de cumplir esta obligación en términos de igualdad con  los hombres, y a ambos se les encargó como deber el poblar y cultivar la tierra,  y adorar a Allâh 
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Así rescató el Islâm a las mujeres de su posición de ser meras vasallas de los hombres, quienes en la mayoría de los casos tenían control sobre su vida y muerte, y las elevó en nivel de igualdad y humanidad.
Cuando el Islâm dio a las mujeres el deber de ordenar lo bueno y prohibir el mal, les concedió el estatus de un humano que por primera vez en la historia estaba impartiendo órdenes mientras que bajo los otros sistemas ella era la que siempre recibía órdenes de los demás.
   El Islâm  también declaró que a los ojos de Allâh            , ambos sexos estaban igualmente calificados para rendirle  culto, y eran igualmente merecedores de Su misericordia. Hay una gran cantidad  de pruebas de esta afirmación, en el Qur’ân y en la Sunnah.
    Nuestra  historia está llena de mujeres cuyas palabras y obras reflejaron su noble  carácter islámico. Hablaban la verdad y sentían que tenían una responsabilidad  ante Allâh                              para  hacer eso, y nunca temían hacerlo.
    Un ejemplo del vigor y  madurez del carácter de la mujer musulmana y de la libertad de expresión en  cuanto a sus opiniones es la crítica manifestada, por una mujer que estaba  escuchando al Jalîfah 'Umar ibn al Jattâb prohibiendo la dote  excesiva y abogando para que se limitara a cierta suma. Al oír esto esta mujer  se levantó y dijo: "¡Tú no tienes derecho a hacer eso, 'Umar!". Él le preguntó:  "¿Por qué no?". Ella contestó: "Porque Allâh                                                   dijo": 
[Y  si queréis cambiar de esposa [divorciando a la que tenéis para casaros con otra]  habiéndole dado una dote cuantiosa, no pretendas recuperar nada de la misma  ¿Acaso pretendeis cometer una injusticia?] (Qur’ân  4:20)
Umar dijo a  continuación: "La mujer está en lo correcto, y el hombre está  equivocado".[1]
   El Jalîfah 'Umar escuchó a esta mujer, y  cuando se tornó manifiesto que ella estaba en lo correcto, él admitió que ella  estaba en lo correcto, mientras que él se había equivocado. De este modo, una  musulmana, estableció el precedente histórico más prematuro de critica a un jefe  de estado ¡Y que jefe de estado! Éste era el jalîfah, bien guiado, el mayor  gobernante de su época, un hombre que fue temido, el conquistador de Persia y de  Bizancio. Esta mujer no podría haber criticado ni haberse opuesto a él si no  fuera por el profundo entendimiento de su religión, que le había otorgado el  derecho a la libre expresión, y le prescribió ordenar aquello que fuera bueno y  prohibir aquello que fuera malo.
[1]  Ver Fath Al Bâri’, Kitâb al nikâh; también Sheij 'Ali al  Tantawi, Akhbar 'Umar,  
p. 393.
 
 

 
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